lunes, 19 de abril de 2010

2.13 CLAUDIO PTOLOMEO

Claudio Ptolomeo (aproximadamente, 85-165 adC.) es uno de los personajes más importantes en la historia de la Astronomía. As-trónomo y Geógrafo, Ptolomeo propuso el sistema geocéntrico como la base de la mecánica celeste que perduró por más de 1400 años. Sus teorías y explicaciones astronómicas dominaron el pensamiento cientí-fico hasta el siglo XVI.
Nació en Egipto y murió en Alejandría. Aunque se sabe muy poco de él, por lo que nos ha llegado puede decirse que fue el último científico importante de la antigüedad. Aunque debe su fama a la exposi-ción de su sistema ptolemaico, su saber fue mucho más allá; recopiló los conocimientos científicos de su época, a los que añadió sus observaciones y las de Hiparco de Nicea, y formó 13 volúmenes que resumen quinientos años de astronomía griega y que dominaron el pensamiento astronómico de occidente durante los catorce siglos siguientes. Esta obra llegó a Europa en una versión traducida al árabe, y es conocida con el nombre de Almagesto, que en árabe significa “el más grande” (Ptolomeo la había denominado Sintaxis Matemática).
El tema central de Almagesto es la explicación del sistema ptolemaico. Según dicho sistema, la Tie-rra se encuentra situada en el centro del Universo y el sol, la luna y los planetas giran en torno a ella arras-trados por una gran esfera llamada primum movile, mientras que la Tierra es esférica y estacionaria. Las estrellas están situadas en posiciones fijas sobre la superficie de la esfera primum movile. También, y según la teoría de Ptolomeo, el Sol, la Luna y los planetas están dotados, además, de movimientos propios adi-cionales que se suman al del primum movile. Ptolomeo afirma que los planetas describen órbitas circulares llamadas epiciclos alrededor de puntos centrales que a su vez orbitan de forma excéntrica alrededor de la Tierra. Por tanto la totalidad de los cuerpos celestes describen órbitas perfectamente circulares, aunque las trayectorias aparentes se justifican por las excentricidades. Además, en esta obra ofreció las medidas del sol y la luna y un catálogo de 1.028 estrellas.
La teoría ptolemaica, aunque hoy día es insostenible porque parte de la adopción de supuestos fal-sos, sin embargo es coherente consigo misma desde el punto de vista matemático. A pesar de todo, su obra astronómica tuvo gran influencia en la Edad Media, comparándose con la de Aristóteles en filosofía.
Publicó unas tablas derivadas de las teorías del Almagesto pero independientemente llamadas Ta-blas de mano las cuales sólo se conocen por referencias escritas. También se encargó de escribir y publicar su Hipótesis Planetaria en lenguaje sencillo para disminuir la necesidad de entrenamiento matemático de sus lectores.
Uno de sus mayores trabajos fue Geografía, en donde realizó mapas del mundo conocido dando coordenadas a los lugares mas importantes con latitud y longitud, los que por supuesto, contenían graves errores; se dice que esta obra fue lo que llevó a Colon a creer que podía llegar a las indias por el oeste, ya que en ellos parecían estar mas cerca.
De esta manera, a pesar de todos los errores que Claudio Ptolomeo cometió en sus trabajos, fue uno de los Astrónomos que cambió la visión del universo e intentó explicar científicamente la mecánica de los astros. El hecho de que su equivocada teoría haya permanecido tanto tiempo no depende de él mismo, sino de las comunidades principalmente religiosas que se encontraron muy cómodas con la teoría geocén-trica y la compatibilidad con sus creencias


2.14 LA TEORÍA GEOCÉNTRICA DE PTOLOMEO

La debilidad más importante de los primeros modelos geocéntricos, con esferas girando en órbitas circulares alrededor del centro de la Tierra, consistía en su incapacidad para explicar satisfactoriamente los cambios de brillo y de tamaño observables en los planetas, el Sol y la Luna. El modelo a base de epiciclos de Apolonio de Perga intentaba y conseguía, en buena parte, solventar esta deficiencia.
Según este modelo la Tierra estaba en el centro del universo. Para girar a su alrededor, el Sol, la Luna y los planetas se desplazaban sobre los epiciclos, esferas que giraban circularmente alrededor de un punto que formaba parte de otra esfera, la deferente, la cual giraba, a su vez, circularmente alrededor del centro de la Tierra. Cada uno de los planetas tenía su propio epiciclo, girando alrededor de su propia deferente.

Este modelo, aplicado al Sol, permite explicar las estaciones. En este caso, el Sol gira en su epiciclo, girando en un plano perpendicular al del movimiento de la deferente; es decir, subiendo y bajando. Esto explicaría la distinta altura del Sol sobre el horizonte al mediodía, en las diferentes estaciones del año.

Ptolomeo amplió el modelo de los epiciclos, introduciendo la ecuante. Esto supuso desplazar el centro de la Tierra del centro de giro de las esferas, pero sólo ligeramente. Aunque en esta concepción se transgreden los principios geocéntricos aristotélicos, en los cuales la Tierra era el centro del cosmos y eje de todos los movimientos planetarios, el desplazamiento terrícola era mínimo y se consideró, más bien, como un ajuste a la regla que una violación.
El ajuste consistía en alejar la Tierra ligeramente del centro de giro. Al mismo tiempo, se tomaba un punto al otro lado del centro y a la misma distancia del centro que la Tierra; este punto se llamaba ecuante. Ahora el movimiento del planeta era tal que, mientras el planeta se movía sobre el epiciclo, el centro del epiciclo se movía sobre la deferente con centro ligeramente desplazado respecto a la Tierra, y con una velocidad angular que era constante respecto de la ecuante. Esto último suponía en la práctica una velocidad sobre la deferente que variaba según donde se encontraba el planeta.